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Este martes, el estado Zulia amanece inmerso en una profunda atmósfera de fiesta y oración, mientras la ciudad de Maracaibo conmemora los 316 años del milagro de la renovación de la imagen de su patrona, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Cariñosamente conocida por sus devotos como “La Chinita”, la Virgen Morena es el centro de una celebración que fusiona la identidad regional con una ferviente devoción mariana. El 18 de noviembre se consolida anualmente como una fecha emblemática para los zulianos.
Desde las primeras horas del día, miles de feligreses se han congregado en la Basílica de la Chiquinquirá para participar en la misa solemne. Con una mezcla de esperanza y gratitud, los creyentes elevan sus plegarias a la Virgen, cuyo día marca oficialmente el pistoletazo de salida a la temporada navideña en toda la región. Este evento se constituye como la cúspide de más de cuarenta días de festividades ininterrumpidas.
La jornada se desarrolla en un vibrante contraste entre la seriedad de la liturgia y la alegría de la celebración popular. La inconfundible gaita zuliana resuena en cada esquina y las familias se unen para compartir comidas tradicionales que van desde las hallacas y el pan de jamón hasta los dulces de lechosa. Esta energía colectiva entrelaza lo sagrado y lo cultural, reflejando el profundo arraigo de la advocación en la vida de los zulianos.
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La tradición se remonta, según reseñas históricas, al 18 de noviembre de 1749, cuando “La Chinita” llegó a la capital zuliana a través del lago. Desde aquel momento, su figura se convirtió en un símbolo de bendición, salud, amor y prosperidad, representando una fuerza central que, según sus devotos, “cuida siempre a todos los venezolanos y a los zulianos”. La cantidad de creyentes que acuden a agradecer y a cumplir sus promesas es inmensa.
Las festividades anuales alcanzan su punto álgido tras eventos preliminares de gran emotividad, como la Bajada de la Reliquia de su retablo, realizada el último sábado de octubre, y la tradicional Serenata a la Virgen en la noche anterior. Es en la plazoleta de la Basílica, en el casco central de Maracaibo, donde se desborda la fe, con cientos de creyentes que asisten a recibir bendiciones y a manifestar su amor por su patrona.
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