¿Qué hacer cuando la Patria está amenazada? No estoy hablando del Gobierno, del resto de instituciones del Estado, por supuesto del Ejército. Ese “qué hacer”, con reminiscencias leninianas, va dirigido sobre todo a la persona, al individuo, al ciudadano o ciudadana a título particular (si es que lo de “título particular” le cabe al término “ciudadanía”, que necesariamente hace referencia a la inserción de la persona en la polis: si no está conectado con el sintagma pueblo, difícilmente podría ser considerado ciudadano; caerá entonces en la “idiocia”, que es como en la antigua Grecia se denominaba a quienes no se interesaban por los asuntos públicos; de ahí deriva el peyorativo “idiota” actual).
Está apelación al individuo conectado socialmente no entiende de sexo, identidad de género, clase social, ideología, religión… Ese “qué hacer” atañe a todos y cada uno de los miembros del colectivo. Así ha ocurrido a lo largo de la Historia. Hay movimientos de las placas tectónicas sociales que interpelan a todas y cada una de las personas con una urgencia tal que no cabe acogerse a la “idiocia” antes mencionada.
Venezuela está hoy en uno de esos llamamientos históricos y son ya muchos los que han acontecido a lo largo de la convulsa y heroica vida de ese país, ya desde los primeros tiempos de la colonia, pasando después por la gesta independentista bajo el liderazgo nuestro americano de Simón Bolívar y finalizando por la irrupción de Hugo Chávez y la continuidad de su legado tras su partida física.
Hoy, principios del mes de noviembre de 2025, mientras se escriben estas líneas, Venezuela enfrenta la plausible amenaza de una invasión por parte del imperio extranjero que le adversó desde que los y las venezolanas se hicieron dueños de su destino, secuestrado por intereses nacionales y foráneos durante la IV República. En la frontera marítima, los Estados Unidos han desplegado el mayor movimiento bélico desde la Guerra del Golfo. Suena terrible leerlo, pero es la realidad palmaria: hay misiles apuntado directamente a Venezuela. No diré ese eufemismo de “apuntando a territorio venezolano”. No. Apuntan a los hombres, mujeres y niños del país. Sin distinción. Ya sabemos el modus operandi belicista estadounidense y su cínico “víctimas colaterales”. Es el mismo que sus subcontratados genocidas israelíes en Palestina.
A partir de esta evidencia, no queda otra opción que el posicionamiento. Dónde se va a ubicar cada uno y cada una frente a esta guerra de nuevo da escalofríos utilizar estos términos, “guerra”, pero los momentos históricos precisan las palabras adecuadas para describir lo que ocurre-. No cabe la equidistancia ni la “idiocia” apática porque los misiles y bombas no van a diferenciar: caerán por igual sobre el patriota, el antipatriota o el indiferente. Ha llegado el momento para el que Estados Unidos se venía preparando desde hace veinticinco años. También el pueblo venezolano, cuya clarividencia histórica le confiere la sabiduría de saber que el sueño, como canta Silvio Rodríguez, se hace a mano y sin permiso.
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