Timothy Mellon, el multimillonario heredero de una dinastía bancaria, donó 130 millones de dólares al gobierno de EEUU. El dinero tenía el objetivo de pagar a las tropas durante el cierre del gobierno. El líder republicano se refirió al donante, calificado en su momento como anónimo, un “patriota” y “un hombre sustancial“.
El megadonante de las sombras
Mellon, de 83 años, es un conocido magnate ferroviario. También es el mayor donante individual de la campaña de reelección de Trump. Un día después de la condena penal de Trump, Mellon aportó 50 millones de dólares a un comité pro-Trump. Sus contribuciones totales al grupo superan los 150 millones.
Su apoyo político presenta una paradoja. Timothy Mellon también financió con 25 millones la campaña independiente de Robert F. Kennedy Jr.
Sin embargo, su gran donación al Pentágono tiene un alcance limitado. Los 130 millones cubren apenas un tercio del pago de un día para los 1.3 millones de tropas en servicio activo. Analistas señalan que la donación equivale a unos 100 dólares por militar.
La donación podría violar la Ley Antideficiencia. Esta ley prohíbe gastar fondos no aprobados por el Congreso.
En su autobiografía de 2015, Mellon expresó posturas controvertidas. Llamó a los programas de asistencia social “Esclavitud Redux“. Afirmó que estos programas mantienen a las personas en un sistema de dependencia.
Mellon vive recluido en Wyoming y evita por completo la atención pública. Su enorme donación plantea una pregunta crucial: ¿Es una acción patriótica o una peligrosa privatización de las funciones esenciales del Estado?
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