Hay una visión interesadamente reduccionista del genocidio de Gaza. Este relato acota la situación palestina a un esquema de acción –los ataques de Hamás de hace dos años- y reacción –la respuesta del Estado de Israel-. Una vez encerrado el debate en este marco, se puede argumentar si la reacción israelí es desproporcionada o no, pero las coordenadas de la discusión se circunscriben a la acción, ataque de Hamás/reacción, respuesta israelí.
Este es el discurso que han asumido la mayoría de los medios de comunicación de masas. De un plumazo, se invisibilizaron los casi 150 años de colonización occidental de Palestina, desde que en 1882 se construyera el primer asentamiento de colonos procedentes de Centroeuropea. El nombre de aquel asentamiento no deja lugar a dudas de las intenciones de la oleada colonizadora: Rosh Piná, “piedra angular” en hebreo, haciendo referencia a la piedra angular sobre la que la Torah judía narra que se construyó el templo de Salomón. Pues bien, aquel Rosh Piná de finales del siglo XIX sería la piedra angular de la colonización de la tierra palestina.
Manipulación discursiva
Con el relato de la acción/reacción se deja fuera el continuo de matanzas, deportaciones, torturas, encarcelamientos, robo de tierras y destrucción de pueblos y ciudades que llevan padeciendo los palestinos desde hace siglo y medio. Lo más peligroso de esta manipulación discursiva es que viene incorporada, de forma inconsciente, por personas bienintencionadas que muestran una comprensible indignación ante las imágenes terribles de Gaza. De alguna forma se ven obligadas, en primer lugar, a condenar la acción de Hamás, calificándola como terrorismo, para acto después hablar del desequilibrio. Se ignora también que la Convención de Ginebra legitima la resistencia armada de la población ocupada frente a los ocupantes.
Denominar la acción de Hamás como “el 7-O”, en referencia a la fecha en la que se llevó a cabo, forma parte de este esquema. Da carta de naturaleza a la mecha que encendería la hoguera israelí, apuntalando la consecuencia lógica de la acción y la reacción. Ninguna de las catástrofes que padecen los palestinos desde hace decenios es nominada con su fecha, desde la matanza de Deir Yassin hasta la expulsión masiva de los habitantes de Jaffa. El lenguaje es un arma de destrucción masiva terrible y siempre está en mano de los poderosos.
Netanyahu principal responsable del genocidio
Otro reduccionismo complementario al binomio acción/reacción es el señalamiento de Benjamín Netanyahu como principal responsable –o incluso único- del genocidio. Da la impresión de que la embestida contra los palestinos es obra del primer ministro israelí, obviando que el robo de la tierra y la eliminación de sus legítimos propietarios es un objetivo compartido por la sociedad del estado israelí –y, por tanto, por sus representantes políticos- desde aquel primigenio asentamiento colono de 1882.
Nada se arreglaría juzgando y encarcelando a Netanyahu –por más que haya que hacerlo-porque la ocupación de toda Palestina es un sustrato hecho sentido común entre los habitantes del Estado de Israel y quienes les apoyan en el exterior.
No hay dirigente sionista que no haya hecho avanzar la colonización, ya sea desde el conflicto abierto, ya sea por la destrucción soterrada de las viviendas palestinas y la expulsión de sus moradores, como el trabajo lento y constante de las hormigas que a la larga es más mortífero que la acometida violenta de una sola vez.
Entérate de las noticias más relevantes de Venezuela y el mundo. Únete a nuestros canales de WhatsApp, Telegram y YouTube. Activa las notificaciones y síguenos en Facebook, Instagram, X. y VN Videos ¡Somos la verdad de Venezuela!










