El clima de tensión política en Madagascar culminó esta mañana con la confirmación de un golpe de Estado. El coronel Michael Randrianirina, líder de una unidad militar de élite, anunció por radio nacional la toma del poder, poniendo fin a la era del presidente Andry Rajoelina. Minutos antes de su intervención, la Asamblea Nacional votó por destituir al mandatario.
El coronel Randrianirina, cuya unidad militar se había negado a reprimir y se unió a las protestas populares el sábado, comunicó también la disolución de todas las instituciones gubernamentales, a excepción de la cámara baja del parlamento y la Asamblea Nacional. El anuncio se produce un día después de que el coronel avisara de sus intenciones ante una multitud que exigía la dimisión presidencial.
Por su parte, el expresidente Rajoelina, quien huyó del país con ayuda de Francia, intervino sin éxito desde un lugar desconocido para decretar la disolución de la asamblea y negar su salida del cargo. La huida del mandatario de 51 años, sumada a los intentos fallidos de la Unión Africana y el presidente francés, Emmanuel Macron, de restaurar el orden constitucional, consolidaron la situación sin retorno en la isla.
En el trasfondo del desenlace militar, yace el movimiento civil denominado “Gen-Z”. Formado por miles de jóvenes que cuestionan el status quo, este colectivo articulado a través de redes sociales impulsó protestas pacíficas conocidas como “Leo Délestage” (Hartos con los cortes de electricidad). La movilización inicial contra las fallas en los suministros de agua y luz escaló a una revuelta por el desempleo, la corrupción y el alto costo de vida.
Madagascar, con una media de edad inferior a 20 años y una población en rápido crecimiento, enfrenta una situación crítica. A pesar de ser rico en recursos como vainilla y minerales, es uno de los países más pobres del mundo, con el número de sus habitantes bajo el umbral de la pobreza.
La brutal represión policial a las marchas, que dejó 22 muertos, exacerbó la llama de la indignación popular. Finalmente, la intervención de los uniformados, en el contexto de una crisis social y de ineficiencia política, sentenció la salida de Rajoelina.
La historia se repite en la mayor isla de África. La unidad militar que hoy tomó el mando, el Capsat (Cuerpo de Administración de Personal y Servicios del Ejército de Tierra), fue la misma que en 2009 participó en el golpe que aupó a Rajoelina al poder tras derrocar al entonces presidente Marc Ravalomanana. Quienes lo llevaron al cargo por la fuerza, son ahora quienes firman su adiós.
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