La concesión del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado, líder de la extrema derecha venezolana, ha despertado una oleada de críticas y reacciones en todo el mundo. Para muchos, este reconocimiento confirma una tendencia del Comité Nobel a premiar figuras políticas alineadas con sectores conservadores o cercanas a intereses de potencias occidentales, incluso cuando sus trayectorias distan de promover la paz o la soberanía de los pueblos.
Machado, ha sido una de las principales impulsoras de sanciones contra su propio país y promotora del llamado “interinato” encabezado por Juan Guaidó, que implicó el control y desvío de activos del Estado venezolano en el exterior. En diversas ocasiones ha defendido la posibilidad de una “intervención internacional” en Venezuela y ha expresado apoyo a gobiernos de línea dura en el ámbito global.
Estas posturas contrastan con el espíritu del Nobel de la Paz, destinado según el testamento de Alfred Nobel a quienes trabajan por “la fraternidad entre las naciones, la reducción de los ejércitos y la promoción de congresos de paz”.
Un premio con sesgo ideológico
El caso de Machado no es aislado. En la historia del Nobel de la Paz, varias figuras de orientación conservadora o asociadas a la derecha política han recibido el galardón, generando profundas controversias sobre los verdaderos criterios del Comité noruego.
Entre ellos destacan:
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Henry Kissinger (1973) – Galardonado por los acuerdos de paz de París que debían poner fin a la guerra de Vietnam, mientras su nombre estaba vinculado a operaciones encubiertas, golpes de Estado y apoyo a dictaduras en América Latina y el sudeste asiático. Muchos analistas consideran su premio una de las mayores contradicciones de la historia del Nobel.
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Juan Manuel Santos (2016) – Aunque fue premiado por el acuerdo de paz con las FARC, su gobierno continuó aplicando políticas neoliberales y dejó pendientes graves compromisos con las víctimas del conflicto. Tras la firma, Colombia siguió siendo uno de los países más peligrosos para líderes sociales y defensores de derechos humanos.
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Menachem Begin (1978) – Ex primer ministro de Israel y líder del partido Likud, de tendencia nacionalista. Es tristemente recordado por la masacre perpetrada en el Hotel King David, el 22 de julio de 1946. Allí murieron 91 personas. Recibió el Nobel junto a Anwar el-Sadat tras los acuerdos de Camp David, pese a que su gestión posterior estuvo marcada por la expansión de los asentamientos israelíes y el incremento de la tensión en Oriente Medio.
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Barack Obama (2009) – Aunque identificado con el centro liberal estadounidense, su premio fue otorgado apenas meses después de asumir el poder, mientras Estados Unidos mantenía operaciones militares en Afganistán y Pakistán mediante ataques con drones.
La inclusión de Machado en esta lista refuerza la percepción de que el Nobel de la Paz ha evolucionado hacia un reconocimiento político selectivo, más atento a la conveniencia diplomática que a los verdaderos esfuerzos por la paz global.
Una decisión polémica
Para sectores críticos, el galardón concedido a la extremista no solo ignora sus posturas de confrontación política y su respaldo a sanciones que afectan directamente al pueblo venezolano, sino que también proyecta un mensaje ideológico: premiar a figuras que, desde la derecha, se presentan como defensoras de la “libertad” mientras justifican medidas coercitivas y políticas de aislamiento contra naciones soberanas.










