“No es una evolución financiera, es una estrategia de poder: la imposición del dólar digital como arma de suplantación y sometimiento nacional a través de la economía y la conectividad digital”
El mercado de tecnología blockchain en América Latina y el Caribe se proyecta con un crecimiento explosivo, pasando de un valor de 0.80 mil millones de dólares en el año 2024, a 57.30 mil millones de dólares para el año 2033, con una asombrosa Tasa de Crecimiento Anual Compuesta (CAGR) del 53.30 %. Esto equivale a que, en menos de una década, el tamaño de este mercado sería comparable al Producto Interno Bruto (PIB) actual de un país como Costa Rica, pero concentrado en infraestructura digital controlada desde el exterior.
La región es ya el quinto mercado más grande en adopción de criptomonedas, representando el 9.1 % del valor total recibido a nivel mundial. Países como Brasil, México, Venezuela y Argentina se sitúan entre los 20 con mayor adopción global.
La rápida expansión del sector FINTECH en la región, que creció un 340 % entre los años 2017 y 2023, ha sido un catalizador clave. Esta expansión se siente en lo cotidiano: es el vecino que ya no hace fila en el banco sino que paga el arriendo por una App, o el vendedor ambulante en Bogotá que acepta pagos por Nequi o Daviplata.
Estas empresas abordan la alta tasa de población no bancarizada o sub-bancarizada, brindando acceso a servicios financieros a segmentos históricamente marginados. Sin embargo, esta dinámica también abre la puerta a la penetración de las stablecoins.
Las stablecoins han emergido como la herramienta preferida por los usuarios latinoamericanos, impulsadas por una búsqueda de estabilidad económica frente a la volatilidad y devaluación de las monedas locales.
Para una madre en Caracas que ve cómo el precio de la canasta familiar en bolívares se duplica en semanas, o un freelance en Buenos Aires que recibe pagos en dólares digitales para evitar que el valor de su trabajo se esfume con la devaluación del peso, la stablecoin no es una opción de inversión, es una herramienta de supervivencia, al tiempo que entrega su soberanía.
El 48 % de las compras de criptomonedas en la región ya corresponden a stablecoins, con México liderando con el 47 % de todas las transacciones de este tipo.
Las remesas han sido un caso de uso expansivo, donde empresas como Bitso ya procesan hasta el 10 % de los flujos entre EE.UU. y México. Esto se traduce en que una familia en la ciudad de Oaxaca, que recibe USD 200 mensuales de un familiar que vive en la ciudad de Chicago, pueden ahorrar hasta USD 15 en comisiones de envío, un ahorro vital que equivale a dos kilos de tortilla o el transporte escolar de un hijo por semana, dándole uso a una plataforma que le resta independencia.
Este cambio de “inversor especulativo” a “usuario práctico que busca estabilidad”, crea un entorno propicio para la adopción masiva de monedas digitales, independientemente de las políticas monetarias de los bancos centrales.
El entorno regulatorio existente en la región es fragmentado y evoluciona con criterios y orientaciones diversas. Aunque países como Argentina, Brasil y México están a la vanguardia con marcos legales y normativos, la falta de estandarización crea desafíos; pero también una apertura para la entrada de nuevas soluciones, siempre vinculados a los teléfonos móviles y suprimiendo la infraestructura física, con costos operativos con tendencia a cero.
Entonces, a partir de la infraestructura digital, institucional, regulatoria y operativa estructurada por el gobierno y corporaciones de los EE.UU., que incluye los bancos asociados al SWIFT, cualquier ciudadano de la América Latina y del Caribe (ALC), con un teléfono móvil (450 millones de usuarios, en 33 países), podrá contar con billeteras digitales, movilizar sus recursos económicos entre la criptoeconomía y el sistema bancario tradicional y hacer inversiones financieras con unos cuantos clicks.
En poco tiempo, la publicidad en redes sociales no promoverá un nuevo billete de lotería, sino un “token” de deuda estadounidense como la forma más segura de ahorrar para la universidad de los hijos, compitiendo directamente con los planes de ahorro locales. Este inminente fenómeno monetario de rápida adopción puede restar el carácter de deuda (aproximadamente USD 37.000.000.000.000), y darle carácter activo a esa masa de dinero.
La estrategia de expansión silenciosa:
De la infraestructura digital a la confianza del consumidor
La presidencia de los EE.UU. y la Secretaría del Tesoro, y no la Reserva Federal, expandirán el uso del dólar y la inversión financiera descentralizada (DeFi) en las Américas, sin bancos centrales.
Esta es la hipótesis central de una estrategia que se apoya en una infraestructura digital global inigualable, con actores como Google, Amazon y Meta, entre muchos otros.
Estas plataformas tienen más de 350 millones de usuarios diarios en América Latina, lo que las convierte en un canal de rápida distribución masiva para las stablecoins.
El mismo algoritmo de Instagram que hoy sugiere un creador de contenido, mañana te recomendará una “billetera digital” patrocinada, integrada directamente con tu cuenta de WhatsApp para enviar remesas, normalizando el uso del dólar digital en las conversaciones del día a día.
En un contexto de desregulación de la comunicación digital y una “fatiga digital” del consumidor, la estrategia de adopción se enfoca en construir confianza y autenticidad.
Esto se logra mediante contenido educativo que simplifique los conceptos de DeFi, testimonios de usuarios reales, colaboraciones con micro-influencers y la hiperlocalización de la infraestructura y los contenidos para que el servicio se sienta más cercano.
Un influencer local en São Paulo, con 10.000 seguidores, será más efectivo promocionando una stablecoin que una campaña global de TV, porque su comunidad confía en su recomendación para, aparentemente, cuidar su dinero.
La clave no es vender “DeFi” como tecnología, sino “servicios financieros más eficientes” que resuelvan problemas tangibles, como la protección contra la inflación y las remesas de dinero de bajo costo.
Los gobiernos latinoamericanos próximos a los gobiernos de EE.UU., en su mayoría, se acoplarán a este nuevo sistema con regulaciones y compra de deuda para acceder a las stablecoins como estado.
Los pueblos, por su parte, podrán aceptar las stablecoins como sinónimo de dólar estadounidense, otorgándoles confianza y utilizándolas en sistemas de inversión financiera tokenizada a través de los bancos del sistema SWIFT, que agrupa a más del 95 % de las instituciones financieras en América Latina.
El resultado final será que el ciudadano común, al elegir la “estabilidad” del dólar digital para afrontar sus obligaciones en su día a día, estará contribuyendo involuntariamente a un sistema que prioriza la financiación de la deuda estadounidense sobre la inversión productiva en su propio país.
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